Nunca antes como en estos días el negociar se había hecho tan cotidiano y necesario, tanto en el ámbito profesional, como en el personal. Aunque no nos demos cuenta estamos negociando constantemente. Las relaciones personales, las de poder, las laborales, etc… Negociamos nuestro sueldo con nuestro jefe, la paga semanal con nuestro hijo, el sitio donde ir de vacaciones con nuestra pareja, el precio de un artículo con un proveedor, etc.
Todas ellas se forman en base al conflicto que surge con la otra parte debido a los aspectos en los que no estamos de acuerdo.
¿Y eso es malo? Por supuesto que no. El conflicto es uno de los motores de la evolución social. Concretamente, en el ámbito de la empresa el conflicto de intereses entre las diferentes partes que constituyen la organización es un aspecto inherente a la propia dinámica empresarial, y se produce en todos los niveles.
La idea que subyace no es oponerse al conflicto en si, sino gestionarlo de la mejor manera posible para todas las partes implicadas. Si sabemos gestionar el conflicto adecuadamente a través de una buena negociación lograremos que sus efectos serán positivos.
Algunas definiciones de negociación:
- “La negociación es un esfuerzo de interacción orientado a generar beneficios”
- “La negociación es un proceso mediante el cual dos o más partes con intereses comunes y contrapuestos, ceden en sus pretensiones iniciales para alcanzar un acuerdo beneficioso para todos”.
- “Las conversaciones que se llevan a cabo con la finalidad de lograr un arreglo satisfactorio para ambas partes en conflicto, independientemente de que el acuerdo se alcance o no, se denominan negociación”.
Yo prefiero definirla simplemente como la esencia de las relaciones humanas.
En todo caso, hay una serie de elementos que son comunes a todas ellas:
- La interacción entre personas
- Intereses comunes y contrapuestos
- Búsqueda del acuerdo mediante la cesión por ambas partes